Morcat, pueblo deshabitado

La zona posee diversos y distintos caminos tanto de senderismo como de BTT en los que realizar rutas y excursiones. Uno de estos caminos perfectamente indicado se puede llegar al pueblo deshabitado de Morcat desde el que contemplar toda la cordillera pirenaica.

Su privilegiado emplazamiento a 1083 m de altitud no le sirvió de nada en cuanto a su supervivencia. Las vistas que desde este lugar se contemplan son realmente espectaculares. Gran parte del Pirineo Central, la Peña Montañesa, Boltaña, Ainsa, Muro de Roda, Buil, el pantano de Mediano.

Para llegar hasta aquí, hay que situarse en la carretera entre el final norte del puerto de Monrepós y Boltaña; denominada «la Guarguera» (río Guarga). Desde Boltaña el trayecto es menor. Llegados al desvío señalizado hacia Puimorcat; hay que seguir la pista en buen estado unos 3 Km. Unos 200 m antes de llegar, sale una pista a nuestra izquierda y en otros 3 Km se llega a Morcat. A mitad de la misma, una barrera prohibe el tránsito si se carece de permiso para circular por pistas restringidas. Hay que estar atento a un caminito que sale a nuestra derecha, señalado con un mojón de piedras; prácticamente en el punto en que alcanzamos la cota de nivel de la llanada del pueblo. Tras un trayecto entre pinos, hay tramos de camino empedrado.


Santa Maria de Morcat
La iglesia dedicada a Santa María, a pesar de estar bastante reformada, tiene características bien definidas que la relacionan directamente con la cercana Santa María de Buil y también con el románico del Gállego: Planta basilical de tres naves rematadas en sendos ábsides y torre-pórtico a los pies, precursoras de la emblemática torre de L´Ainsa, son las más destacadas.
El templo se halla en el extremo norte del arruinado caserío y data de finales del XI o principio del XII. En las reformas del XVII (Hay un sillar en la torre con fecha de 1702) probablemente se demolió el ábside central, convirtiendo en plana esta cabecera; se añadieron capillas laterales, se recrecieron ábsides y torre. La cabecera del templo; a pesar de haber sido demolido el ábside central y sustituido por un testero plano, sigue ofreciéndonos la pista de su origen gracias a los ábsides laterales. El ábside sur conserva su ventanal cegado y modificado en la reforma que lo recreció; al igual que ocurre en el ábside norte. A los pies del templo se erigió una torre-pórtico, al estilo de la de Buil y que pasado el tiempo servirían de modelo a la existente en Aínsa. En la actualidad consta de cuatro cuerpos separados por impostas. Solo la mitad inferior del más bajo de los cuerpos es original, distinguiéndose perfectamente el paso del estilo románico al moderno. En su lienzo oeste son bien visibles los mechinales pareados de su primera época. A pesar de hallarse tapiados y semiocultos por construcciones posteriores; se pueden ver -si se buscan- los arcos de medio punto dovelados que remataban los vanos de acceso al espacio bajo la torre en sus muros norte y sur. El del lado norte se advierte a través del vano en altura adosado a la base de la torre.

El interior el templo transmite un abandono y una soledad absolutas. Algún banco roto, restos del confesonario a los pies de la nave, ovejas mueras y estiércol componen la escena del lugar desde donde en algún momento de nuestra historia a buen seguro se gestó la bajada al llano y la reconquista del territorio a los islámicos. Tiene planta basilical de tres naves rematadas en sendos ábsides, a excepción de la central en que se erigió una cabecera plana en época posterior. Intercomunican las tres por medio de amplios vanos remontados por arcos formeros de medio punto que dividen la nave en tres tramos. Un fajón separa el primer tramo del segundo, apeando en pilastras adosadas al interior del primer pilar. El ábside norte, oculto tras el «azulete» al igual que el crismón, muestra el arco dovelado de su ventanal, al haber caído parte del revoco que lo tapaba. A los pies de la nave central, por delante de la impronta de la torre se alzó en época moderna un coro alto.

Esta infrecuente y arcaica forma de apear los arcos fajones sobre columnas cilíndricas a través de lajas que hacen las veces de capiteles, es una más de las notas que certifican la gran antigüedad de este templo y que lo ponen en relación directa con otros en donde aparecen soluciones similares, como ocurre en el templo de Triste así como en los templos del llamado románico del Gállego. En todos ellos se adopta el detalle de rematar semicolumnas con lajas planas a modo de basas o capiteles. Es probable que este sea el modelo.
La pila bautismal, junto con el elaborado soporte de la misma, se trasladaron a Arcusa.